Carta Abierta a Sebastian Piñera
Estimado señor Presidente:
Mi nombre es Susana Aliaga Aravena, tengo 21 años, soy de provincia y actualmente me encuentro en santiago estudiando Derecho en la Universidad de Chile. Hoy, viernes 13 de mayo, fui reprimida violentamente en las movilizaciones contra el proyecto de hidroaysén, movilización en su esencia pacífica, que convocó a más de 30 mil personas (según carabineros, en mi más sincera opinión, creo que fueron más) familias, niños, adultos mayores, grupos artísticos, estudiantes y trabajadores, todos coartados en su libertad de expresión. Posteriormente esta movilización se disipó, pero quedamos un pequeño grupo tratando de hacer llegar nuestro mensaje a la mayor cantidad de gente posible, cosa que nos fue prácticamente imposible gracias al actuar de carabineros
En esta carta, mi intención no es convencerle de nuestra postura respecto al proyecto, no es criticar su actual reforma educacional, tampoco busco una respuesta ante la crisis de los trabajadores públicos ni que se pronuncie sobre el conflicto mapuche, el motivo de mi carta, señor Piñera, es preguntarle que opina sobre la represión que ejercen los efectivos de carabineros y fuerzas especiales contra los ciudadanos que conforman su nación. Hoy me encontraba con un compañero en la calle Londres, cuando uno de los vehículos que utiliza carabineros para lanzar sus gases lacrimógenos (el infame ‘zorrillo’) nos lanzó un chorro prácticamente a quemarropa. Dígame, por favor ¿Por qué un efectivo de carabineros apuntó el chorro, de un gas destinado a disipar grupos masivos de personas, a dos estudiantes que simplemente corrían buscando un lugar con aire sin químicos? ¿Es posible comparar la fuerza o la violencia que puede ejercer un grupo de no más de 20 personas con la fuerza de vehículos motorizados cuyo fin es lanzar químicos perjudiciales para la salud y aguas servidas? Eso sin mencionar a los miembros del GOPE, entrenados para contener y apaciguar situaciones de peligro para la sociedad en general. Dígame, señor presidente ¿Qué cree usted que le hace más daño a un transeúnte normal? ¿Ver gente gritando consignas de igualdad y justicia o un chorro de gas químico?
Seamos honestos, la democracia de la que tanto se enorgullecen ustedes y sus predecesores es de papel, no es posible concebir una sociedad democrática que se jacta de lanzar veneno a sus estudiantes y trabajadores, por el solo motivo de movilizarse. No, señor; esa es una contradicción que al parecer ha sido el sello de los últimos 20 años, le confieso, señor Piñera, que hoy con mucha pena llegué a la conclusión de que lo único que diferencia estas movilizaciones con las que tuvieron lugar en la dictadura es que en estas corrían balas, lo que a su vez hace que me pregunte, con más pena aún ¿Cuánto falta para que empiecen a correr balas nuevamente? ¿Por qué cada vez que salgo a comunicar mi descontento, de forma pacífica y tranquila, se me calla con represión? ¿Es normal que temamos por nuestra integridad física y psíquica cada vez que tratamos de hacer valer nuestro derecho de libre expresión? Estamos respondiendo argumentos válidos y razonables con agua y gases tóxicos. No, así no funciona, señor presidente, la educación se responde con más educación, los argumentos se responden con contra argumentos. La violencia que ejercen sus efectivos policiales, y que busca cansarnos, simplemente nos provoca más sed de justicia y de igualdad; su represión une al movimiento.
Pero al mismo tiempo me gustaría que supiera que ésta no es una batalla de nosotros contra los uniformados, muchas veces vemos pena en sus rostros al sentir que el único medio de ascenso social al que aspiran es algo tan antidemocrático y dictatorial. Nuestra batalla es con la injusticia, las desigualdades, la apatía, la ignorancia, esos son nuestros enemigos, y la única arma que tenemos para superarlos son la información y la agitación de nuestros pares. Puede llenar sus comisarías con ciudadanos descontentos, pero esas 8 horas de detención no acallarán nuestras conciencias, y saldremos con la frente en alto, sabiendo que somos más, que somos capaces de creer, de crear, de soñar, de aspirar a algo mejor, y al mismo tiempo, teniendo la certeza de que no nos pueden quitar eso. Usted teme al movimiento, teme a sus ciudadanos y sus demandas, y me pregunto ¿Por qué alguien que, voluntariamente, buscó convertirse en Presidente de la República le teme tanto a su pueblo? Eso me hace pensar, espero que erradamente, que es por que el pueblo no fue su principal motivo para acceder al cargo, señor Piñera. Anoche, cuando vi el violento e injustificado actuar de las fuerzas especiales no sentí rabia, que es lo usual, sentí tristeza, mucha tristeza de pensar que en mi país la democracia está tan mermada, que no puedo expresar mi descontento libremente, que tengo que ir a una protesta pacífica armada de limones o amoniaco porque se nos lanza veneno como si fuésemos ratas.
Estimado señor Piñera, su nueva forma de gobernar no tiene mucho de 'nueva', esta represión ya la hemos visto antes, en fotos, videos o testimonios. Ver gente corriendo despavorida, buscando puertas abiertas para protegerse, llorando de impotencia y siendo atacada injustificadamente nos recuerda a los peores momentos de la historia de este país. No le pido una respuesta, se que difícilmente leerá esta misiva, solo sepa que se la haré llegar de todas las formas posibles, es mi convicción de que plasmo en estas palabras el pensar y sentir de muchos, a nivel emocional pareciera ser suficiente. Simplemente le repito que esto no acallará nuestras voces, nuestros cantos y nuestros gritos, llegaremos a volver a sentirnos parte de este país, no somos muchos, somos uno; estamos unidos por las mismas ideas, ideas que, en este caso, son a prueba de agua.
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