Autobiografía
A veces los faroles me recuerdan cosas de mi infancia
me cuentan cuando me dio peste cristal y mi mamá me echaba mentolato
cuando los ojos cansados de mi viejo eran verdes y despiertos
de aquella vez que botaba la enciclopedia larousse por la ventana
y cuando cantaba estrofas de Soda creyéndome grande
Después me dicen que fui creciendo, vi las cosas de otra altura
y escribía en mil diarios de vida lo mismo que escribo ahora
me quejaba de mi hermana, de mi vieja... nunca de mi viejo
ironías de la vida, el único que me terminó fallando fue él
después de incontables almuerzos sin almuerzo, onces sin pan
Seguimos viajando, seguimos creciendo
Me enamoré... no, aún no lo se, le quise mucho
casi hasta morir de pena, de respirar alegría.
Recuerdo cuando el roce de sus manos me devolvía todo,
cuando despertaba por él, pasaba el día con él y quería dormir a su lado
El camino continúa, perdí mi hogar, solo tengo casas
perdí el arraigo, en 6 millones de personas me sentí sola
me sentí acompañada también, refugiada en pieles ajenas
pero sola sin más. Construí mi futuro, no me gustó
lo destruí y comencé a construir mi presente
Los faroles se quedaron en silencio, o yo los dejé de escuchar
ahora escucho estrofas de un compañero nortino que me cuenta del metro
ahora busco el sentido de la vida entre artículos:
pésima estrategia, supongo que es porque no quiero encontrarlo
ahora vivo, ahora soy feliz, ahora cuento. Ahora soy
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